domingo, 22 de marzo de 2009

EL PRINCIPE CASPIAN

ÚLTIMO CAPÍTULO
Está bueno el último capítulo de El Príncipe Caspian. No por la trama de la historia, que en realidad concluyó en el anterior. No sé qué hubiera pasado con el duelo de Peter con el rey Miraz de no ser por la conspiración de los dos nobles telmarinos. No lo llevaba muy bien el pobre… Por otra parte, intuía que los árboles, tan movedizos en toda la historia, iban a jugar un rol. Ellos hubieran desequilibrado, sin necesidad de duelo, la batalla y resuelto la historia.
Los bosques son lugares importantes en la cosmovisión céltica. Y los telmarinos, por alguna razón que se me escapa, les temían desde siempre.
Tal vez si el narrador eligió la opción narrativa del duelo es por resaltar el valor y la nobleza del personaje. Me llama la atención que, a pesar de tratarse de un mundo alternativo, alguien, proveniente de otro mundo, pueda morir en él. Con ello la escena adquirió dramatismo. Tal vez creen los personajes que pueden morir para que la vivencia subjetiva no pierda valor. También es cierto que en Narnia pueden ocurrir acontecimientos que en “nuestro” mundo (¿nuestro? ¿vivimos vos y yo en el mismo mundo de Peter?) serían milagros, o ficciones.
Tal vez eso es Narnia: el mundo del espíritu, conectado con el nuestro, en el que se acumulan los seres creados por la fantasía o descubiertos por el pensamiento o la intuición intelectual. Un mundo de sentidos. Por ello en él conviven Aslan y los faunos. Aslan es la cifra de la presencia de Dios, de una revelación definitiva del mundo superior y trascendente. Los faunos son las tentativas de revelación de un mundo pagano, recuperables en este universo de sentido, pero algo imperfectos en su significación. Hay un comentario muy sugestivo de Susan en el final del capítulo 11. Dice así: “No me habría sentido segura con Baco y todas sus alocadas chicas si nos los hubiéramos encontrado sin estar Aslan con nosotros”. Lucy, que es la que más “sabe”, le responde: “Creo que yo tampoco”. Interpreto que en la visión de Lewis, las teofanías del mundo antiguo adquieren una interpretación definitiva a la luz del evangelio. Algo así dice san Pablo en Romanos, por otra parte.
Es interesante este último capítulo, entonces, no por su importancia en la historia, sino porque da varias pistas y abre varias líneas respecto del conjunto de la saga: la procedencia de los telmarinos, las otras historia que no se cuentan, la clausura de Narnia para Peter y Susan, que ya no volverán porque se estan “haciendo demasiado mayores” ( lo que revela que Narnia es accesible para los niños; o para los que tienen alma de niños). Tal vez por eso Lucy, que es la menor, es siempre la que más entiende.
Es interesante la imagen de las puertas y los pasajes entre mundos. Para una visión tradicional son los lugares de la iniciación espiritual. Dentro de esa concepción el conjunto de la realidad puede imaginarse como una serie de círculos conectados ente sí por un eje vertical: como si fueran ruedas unidas. Quien accede al centro de la rueda encuentra el lugar por donde puede pasar hacia un mundo más alto. Se trata de una visión cósmica simbólica, por supuesto, no física. Y así, las montañas, las lanzas, las piedras erectas, las torres son símbolos de ese eje por donde se puede pasar (Freud después restringió estas imágenes a símbolos fálicos). Los puentes son otros símbolos con igual significación, y de ahí la función del “pontífice”, el que hace el puente, el que hace de puente, nombre por antonomasia de Cristo, y muy propio de quien cumple una función sacerdotal. Recordemos que la palabra “pascua”, precisamente quiere decir eso: paso.
Dice Aslan que cada vez hay menos pasos a Narnia en el mundo de los hijos de Adán y Eva. Esto parece un indicio de una visión algo pesismista de la historia. No me extraña. La visión naturalista de Lewis tiende a repugnar bastante de la historia y del progresismo ilustrado, o hegeliano, con que se la suele asociar. Si extremo los términos cabría decir tal vez: sólo el mito revela a Dios, no la historia, y el mito procede de los orígenes.
“Naturalista” en este contexto no significa una adhesión a un concepto de naturaleza como el conjunto físico del cosmos, incluida la vida. En su sentido, el espíritu también debería ser pensado como “natural”, algo que tiene una manera propia de ser, una manera determinada, dada en el nacimiento u origen. Sin embargo, esa comunidad del hombre con el animal y con el vegetal, que ocurre en Narnia, aparece como un símbolo muy fuerte. En el sentido de este mundo, no se enfatiza la diferencia de lo humano respecto de estos otros órdenes biológicos, sino su comunidad, esto es, lo que tienen en común. El sentido antimoderno de esta concepción es claro. Curiosamente es lo que hoy reivindican muchos de los ideólogos de los indigenismos, de los ecologismos. Encontrar hoy reflexiones en torno de los derechos de la vida, de los animales, de las plantas es cada vez más fácil. Creo que en toda la tradición jurídica de occidente, hasta aquí, el único sujeto de derechos era el ser humano.
En fin, Narnia se nos aparece, en este último capítulo, como todo un mundo, inagotable de historias, un mundo de sentidos para los que habitamos “este” otro mundo, ¿el real? Es curioso lo que dice Aslan, que sólo un hijo de Adán puede ser rey en Narnia. La lógica de los mundos posibles, nacida con Leibniz, plantea siempre, entre sus aspectos teóricos, el de la accesibilidad entre mundos. Si bien lo es cada vez menos, Narnia es un mundo accesible al nuestro. Supongo que Lewis no alcanzó a desarrollar en sus libros la completa historia y geografía de Narnia, pero este último capítulo me ha suscitado deseos de conocer más.

1 comentario:

  1. Yo creo que está muy bueno, en realidad, todo el libro.
    Narnia es el paraíso, sin dudas. Un paraíso que a veces se desordena pero que siempre recupera el equilibrio y la perfección...
    Me quedo esperando el comentario sobre El viajero del alba

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