sábado, 2 de marzo de 2013

LA ORUGA Y EL PALOMO, FILÓSOFOS DE LA POSMODERNIDAD.
Antes que la Psicología y la Filosofía, en dos textos poéticos se propone con toda claridad, hacia el último cuarto del siglo XIX, la cuestión de la crisis o ruptura del Yo, o del Sujeto Humano.
Uno de esos dos textos es la llamada Lettre du Voyant de Rimbaud, de 1871. Allí se lee ese grito notable: Je est un autre, yo es otro.
Antes aun, Alicia, la de Wonderland, el País de las maravillas, en 1865, prorrumpe en aquella famosa exclamación: I'm not myself, yo no soy yo misma (Capítulo V).
Ocupémonos aquí de este último texto.
Es verdad que la frase parece un mero juego verbal, el de tomar literalmente y asignar sentido léxico a meros giros gramaticales (con lo que Lewis Carrol, dicho sea de paso, anticipa reflexiones en torno de la opacidad del lenguaje). La oruga le ha pedido a Alicia: Explain yourself. Esta responde: I can´t explain myself, I'm afraid, sir, because I'm not myself. Pero sabemos que todos estos juegos son intencionados. Y que Wonderland es un mundo cambiante, inestable, caótico, en el que todo fluye y se muda. Es de esperar  que esa movilidad afecte también la identidad de la persona y de la conciencia.
Who are you? le pregunta la oruga a Alicia. Y Alicia vacila. No sólo ha cambiado la forma y el tamaño de su cuerpo varias veces en ese día sino también la percepción de sí misma y, sobre todo, sus memorias. Ya antes, en el capítulo II, se pregunta si no se habrá transformado en algunas de las niñas conocidas de su edad. Se responde que no puede ser Ada, porque Ada lleva el pelo en bucles; y que no puede ser Mabel porque ella, Alicia, sabe todo tipo de cosas y Mabel muy pocas. Para demostrárselo prueba con las tablas de multiplicación y con la Geografía y luego repitiendo una canción infantil. Como fracasa en esas tres pruebas concluye que, en efecto, ahora debe ser Mabel... Y sus ojos se llenan de lágrimas... Y se dice a sí misma que si es así, prefiere quedarse donde está y no ir a vivir a la pequeña casa de esa otra niña, sin juguetes y con tanto que aprender... O quedarse hasta ser otra niña. Otra niña que le guste más ser...
Unas líneas más adelante un palomo confunde a Alicia con una serpiente por su largo cuello. Alicia protesta que no es una serpiente, sino una niña. La pregunta ahora es What are you?.La responde más bien con dudas, vistos los muchos cambios sufridos en ese día. El palomo desconfía de que sea una niña: nunca ha visto una con semejante cuello. Sospecha, además, que debe haber probado huevos. Alicia admite que sí, pero objeta que las niñas comen huevos al igual que las serpientes. La conclusión del palomo es notable: si las niñas comen huevos, entonces las niñas son una clase de serpientes.
Dos son los criterios de la identidad que se relevan de estos pasajes: la pertenencia a una clase constante y la inmutabilidad a lo largo del tiempo. 
Las clases, en el lenguaje ordinario, se significan a través de nombres comunes. Y los significados se establecen a partir de propiedades o rasgos. Es muy relevante en nuestro texto que para el palomo, el rasgo definitorio -esencial, dirían los filósofos- de la clase de las serpientes es el de comer huevos. Tales rasgos pueden cambiar de lengua a lengua (y eso complica la traducción), o, incluso, de persona a persona (y eso complica el entendimiento entre ellas, tal como ocurre repetidamente en el libro de Lewis Carrol).
El otro criterio, el la inmutabilidad de las propiedades o cualidades, sustenta ya no una identidad de clase, sino una identidad individual: tener identidad ya no es poseer constantemente las propiedades de una clase, las definitorias, las esenciales, sino todas las propiedades a lo largo del tiempo. Cualquier cambio atenta, pues, contra esa identidad.  La cuestión no es ahora si Alicia es una niña o una serpiente; sino si es Alicia, o Ada o Mabel. La identidad individual se expresa en nombres propios. 
Estos pasajes ponen en entredicho una y otra forma de identidad. Ponen en entredicho también al lenguaje que sostiene esas seguridades.

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